viernes, 28 de agosto de 2009

Cerrado al publico

Mi trabajo anodino, como muchos otros, consiste en acreditar a las personas que van a entrar al edificio (las cuales pidieron una cita previa). Aunque lo parezca no trabajo para la N.A.S.A.
Tengo las puertas que dan a la transitada calle empapeladas con notas informativas y cuatro grandes carteles con letras en rojo que rezan: “CERRADO AL PÚBLICO” y aun así el público entra.

Por los huecos translúcidos de las puertas de cristal, veo a las personas observar los trozos que no están forrados de notas, buscando un humano con el que comunicarse, y yo me agazapo bajo el mostrador para que no me vean mientras pienso: “¡aprende a leer, joder!”.
Haciendo una media de todos los que vienen hasta aquí, entrarán la mitad, y de la mitad, los que realmente tendrían que entrar son un diez por cien. Así que, si no me equivoco (porque yo no soy mucho de números... y vale, tampoco de letras), atiendo a un cuarenta por ciento por la cara.
Todo el mundo me dice: “no te puedes quejar de tu trabajo…” ¡Y una mierda! Lo que no puedo es dejarlo, pero quejarme sí, que para eso es mío.Y es que el trato con el público es desesperante, la gente no comprende lo que les dices. Vienen con una queja y aunque sepan que no les puedes ayudar lo único que quieren es contártelo, y os aseguro que a mí no me interesa. Es una pérdida de tiempo para ambos. Entendámonos, es como si yo voy al panadero y me pongo hecha un basilisco por que en el banco me han cobrado un recibo erróneo… pues no lo entienden.

La gente no quiere información ni respuesta, no le interesa lo que opinen los demás, quiere quejarse y satisfacer esa necesidad de “mira-lo-que-me-pasa”, “¿y qué digo yo?”, pues que escriban un blog y así conseguían quejarse a gran escala.

Por cierto, me ha bajado la regla. Esta noche tengo cena y no sé que ponerme. Me duele la espalda. Tengo que ir al súper por que me faltan huevos. Ah! y me cobran demasiados intereses por mi tarjeta de crédito.

Al zar lo que es del zar

Trabajando, bueno... estando físicamente en el puesto de trabajo pero haciendo cosas que nada tienen que ver con mi cometido, como navegar, encontré un dichoso día el blog de Diana Aller buscando fotos sobre trepanaciones. Ha sido como descubrir un nuevo alimento que te gusta mucho, los primeros días no quieres más que comer eso (al menos yo y mis obsesivas formas) y luego lo incluyes en tu dieta habitual.

Leerla ha sido una fuente de inspiración para este blog que estoy utilizando como purgante. Por supuesto soy consciente de que no le llego ni a la suela de los zapatos, ya me gustaría escribir como ella... y si, es envidia y de la cochina.

En fin, esto es una burda imitación de lo que tanto me ha gustado leer: sus listas, sus días, sus opiniones radicales, sus pensamientos sin pensar, su ternura y en ocasiones su pedantería.

Gracias a Diana por hacerlo tan bien que me dieran ganas de escribir un blog y así autoamenizarme la pesadísima jornada laboral. Ya no te hago más la pelota que bastante tienes tú con tu ego...

Pd: esta es mi manera de darte las gracias por despertarme la neurona.

jueves, 27 de agosto de 2009

Mouchos coruxas sapos e bruxas

Siempre he sido gorda, aunque primero fui recia, llenita, gordita y luego gorda. Tuve una etapa en la que seguí un régimen y alcance mi peso ideal pero me costó mucho esfuerzo: dos años de dieta sin poder saltármela ni un solo día supervisada por un médico y con constantes revisiones. Cosas de los humanos... pasado ese tiempo volví sobre mis pasos: recia, fuerte, gordita, gorda, obesa… y ahí me quedé (hasta hace dos meses).
No puedo echarle la culpa a nadie, ha sido mi decisión, pero me excusaré diciendo que no me di cuenta hasta dónde estaba llegando, simplemente me abandoné, miré hacia otro lado. Alguna vez sospeché que tenía un problema con la comida o con mi actitud hacia ella, que tal vez le daba un lugar que no le correspondía.
Estoy a dieta de nuevo: hago siete comidas al día, todas livianas ya que soy ovolacteovegetariana, así que la mayoría son verduras, legumbres, cereales o lácteos (queso... Agh!).
Lo llevo todo lo bien que puedo. Tengo días en los que me gustaría ir al super a comprar toda la comida que pueda y encerrarme en casa solita a devorar hasta quedarme sedada, pero me doy cuenta de que este tipo de cosas han sido las que me han traído hasta la situación que ahora quiero evitar. Seguir así sólo me va a llevar a sentirme peor o a tener un infarto.
Complejo, lo que se dice complejo, no he tenido nunca. Es algo extraño lo que siento: un día me doy cuenta de que estoy muy gorda y otro me parece que estoy hecha un figurín, pero no suelo obsesionarme ni con lo uno ni con lo otro. Quizás he tenido mucha suerte con mi entorno, que siempre ha sido cariñoso. Nunca he podido decir que estuviera sola, aunque tal vez sea por mi personalidad fluctuante o por los astros, yo que sé...
Me pregunto qué nos salva de caer en los trastornos alimenticios porque tras estar sumergida una semana en el mundo de las princesas me doy cuenta de que éstos son muy comunes. La mayoría de las princesas -hablaré en femenino porque la mayoría son mujeres- son muy inteligentes, con una gran capacidad de concentración, casi todas con buenas notas, una (aparentemente) buena vida social, y por supuesto una fuerza de voluntad que ya la quisiera para mí. Pese a que el resto del mundo les diga que se equivocan, ellas tienen el convencimiento de que hacen lo que deben. Eso es algo que mucha gente no puede decir y por ello casi las envidio.
He decidido no ver/leer nada más; las imágenes de sus blogs, sus poesías, la estridencia de sus escritos, su tristeza y su decisión, la obstinación.... La razón y sin razón de todas ellas me sobrecogió. Pensé que si leía sólo uno más acabaría apuntándome a una carrera de kilos o algo así. Es como estar en una reunión de una secta o ver el teletienda, hay veces que resultan tan elocuentes y convincentes que te dan ganas de decir: “¡¡¡Qué carajo… Ponme cuarto y mitad!!!”.

El mundo de Ana y Mia es otra dimensión. Frases como: “Yo sé que soy anoréxica... pero nadie dijo que ser princesa fuera fácil”, “Soy una cerda... ayer comí, y luego, como me sentía mal, llamé a Mia”, ”Llevo 30 días de ayuno total y me siento fantástica...”, ”Si eres una wannabe no sigas leyendo, mejor que no entres”. A cualquier mortal le pondría los pelos de punta, pero para las princesas su tónica diaria es detestar la comida, contar calorías, vomitar, tomar laxantes, estar hiperactiva o apática, esconderse de los padres-amigos, novios, profesores, etc. Noté que, como seguidores de una religión, consideran que son superiores a los demás. Su devoción hacia Ana y Mia y su creencia de que ellas están a su lado son inamovibles; cual seguidores de un Dios de cualquier religión las aman y las temen.

Muchas de estas princesas llevan años haciendo visitas al hospital, son tratadas por psicólogos, y casi todas arropadas por su familia –normalmente de clase media-alta, si esto significa algo-, pero ellas les tachan de estúpidos, les engañan en todo momento y se abrazan en soledad a Ana o Mia porque son sus mejores amigas. Su vida sólo la entienden junto a ellas, y aunque casi todas muestran resignación en algún momento quieren lucir sus huesitos a pesar de seguir así para toda la vida. En lo único que coinciden (la mayoría) es en no querer morir. No sé si están locas, si en realidad les merece la pena, si son heroínas en un mundo de inconsecuentes, si como ellas dicen, la sociedad tiene la culpa o si la tienen ellas... Sea como fuere, yo prefiero seguir siendo mediocre, mirar desde la barrera, compadecerme, horrorizarme y en ocasiones, por qué no, admirar a estas princesas que sacrifican la vida por lo q consideran la perfección...

viernes, 21 de agosto de 2009

Me llama atencion la gente que....

Es pelirroja.
Canta o tararea por la calle.
L@s que huelen bien.
Sonríe hasta con los ojos.
Sabe de lo que habla.
Es creativa.
Es discapacitada.
Es religiosa.
Tiene un ojo de cada color.
Tiene anorexia. 
Es guapa.
Hace deporte.
Toma anabolizantes.
Vive hacia fuera y no pega un vistazillo a su interior de vez en cuando.
No sabe leer carteles.
Tira papeles a la acera.
Se pelea o tiene una actitud agresiva.
Es capaz de desconectar.
Actúa.
Cocina y lo hace bien.
Es torpe con las manos.
Es infiel.
Se saca mocos en público.
No aprende de sus errores.
Es cabezota.
Escucha/ve O.T.
Repite lo que dicen en la tele como si fuera dogma de fe.
Se conforma.

Mi reloj amoroso

Mi reloj amoroso se niega a olvidarte y suena todos los días de lunes a viernes a las diez, cuando mi corazón espera tu llamada (la del almuerzo) mientras mi cabeza se queda en estado de vida latente y veo pasar los minutos cayendo sobre el reloj como piedras sobre mi… nada.
A las dos, de lunes a viernes y otra vez abducida, puesta en el modo “alarma”, me estiro en la silla para ver si haces tu paseíllo por delante de mi trabajo, como antes hacias, pero tic tac... las dos y media... nada.

A las siete… de lunes a viernes, (bueno los miércoles no, ya sabes, no se puede…) el estúpido de mi corazón espera ese timbrazo en casa, me siento en el sofá, me levanto, pongo música, no, mejor la quito no vaya a ser que no escuche el timbre… las siete y cuarenta… nada

Ya debes estar en casa... en tu casa.

Los fines de semana, por supuesto, no son excepción; me levanto pronto, no sea que me extrañes y me llames el sábado para decirme que te escapas un ratito…

Mi único día de paz son los domingos, los domingo no se retoza en mi sofá, sino en el tuyo, no se come ni se cena en mi mesa, solo en la tuya, y por descontado lo domingos no se viene a hacer el amor a mi cama, uno se queda en casa, en su cama su sofá y su mesa los jodidos domingos…

Escribí esto hace tiempo, contándolo en desengaños, una eternidad…

Al fin sonó mi teléfono... al fin llamaste a mi casa... al fin volviste a mi sofá… No estoy segura de que fueras “tu” pero se te parecía… Era como tener el frasco de un buen perfume ya terminado; sabes que ha estado ahí, aun puedes olerlo, pero no podrás usarlo mas. Volviste, no se a qué... ¡como si hubiéramos sido amigos alguna vez! Quizás se te reveló y se impuso la conciencia... ¿pepito grillo te susurró que estaría bien venir a preguntar?
Pasamos de la más absoluta pasión a las frías conversaciones de conocidos. Ahora más que nunca hubiera deseado que no volvieras, ahora te empiezo a coger manía, ahora pienso que todo fue mentira, ahora me siento como si me hubieran estafado, ahora paso de sentirme triste a absurda, a pensar que soy estúpida, a llenarme de ese rencor que luché por mantener a raya cada una de las veces que me hablabas susurrando al teléfono -no sea que te oigan-, cada vez que te lavabas mi olor -no sea que te huelan- después de haberme entregado a ti. Ahora que había llegado a una tranquila y reconfortante resignación, vienes, sin venir... para qué; ¿para saber como estoy? jaja... de locos...

En fin... habría preferido mil veces ese final épico, en el que eres víctima de tus obligaciones y prejuicios, y no éste en el que no eres mas que un hombre egoísta y yo una estúpida que perdió su tiempo a la que a veces se le olvida desconectar y le saltan las alarmas de lunes a viernes a las diez...

Que dificil es la primera vez....

Recientemente he sido testigo de un milagro, de esos cotidianos, pero aun así algo maravilloso y excepcional por definición: ¡tenemos un miembro más en nuestra familia!

Sin ser la madre -como mucho la tía- he descubierto que mi instinto maternal aun está latente en mí, ya que ver las cosas de cerca te cambia el punto de vista. No me quiero poner ñoña, así que no ahondaré en cuestiones sentimentales como que la quiero desde antes de salir por la vagina de su madre.

¡Ayer por primera vez chillo y fue increíble! Y aun más increíble es que sea increíble. Me explico: algo tan cotidiano, normal y natural se convierte en un acontecimiento. Pensando sobre esto me di cuenta de la importancia de “la primera vez”... esa que marca un antes y un después... esa a la que te cuesta llegar... esa que haces sin pensar o por necesidad...

Todos los días hay una primera vez para algo que hace que se habrán ante ti nuevas aficiones, costumbres o te dan un golpe en la cabeza para no hacerlo más... Mis primeras veces más significativas, por duras, necesarias o agradables que recuerde son:

- La primera vez que mentí a alguien que amaba (aunque evitando un mal mayor).
- Al darme cuenta de que mi madre tenia defectos.
- El día que dejé de comer animales.
- La clase de vocalización en la que descubrí que podía cantar.
- Los tres días que pasé sin lavarme porque me pego un bajón.
- La primera vez que me masturbé.
- Cuando conseguí montar una estantería de Ikea.
- Cuando me di cuenta de que mi manera de amar es egoísta.
- El día que en quinto de EGB (que vieja soy) descubrí que la literatura mola.
- La primera vez que use cosmeticos M.A.C.
- El dia que besé a una mujer.
- La primera y única vez que cogí la moto borracha.

Todas y cada uno de estos acontecimiento (y muchos otros) son un punto de inflexión en mi persona... ¿Qué primeras veces os han marcado a vosotros?